José García

hace 2 semanas · 7 min. de lectura · ~10 ·

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Incidentes de peligro del detective privado.

Incidentes de peligro del detective privado.

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Incidentes de peligro del detective privado.

En el año 2003 a inicio de mi carrera de detective privado, al atender la solicitud de un cliente sobre la investigación sobre un acto delictivo cometido en su empresa, y sospechar de quien lo había cometido; otro compañero detective y yo, nos dimos a la tarea de realizar las pesquisas, comenzando por la localización del sujeto, para indagar sobre las sospechas del cliente. Y al ubicar al sujeto, su domicilio se encontraba en la calle de una colonia muy conflictiva de la ciudad, no obstante, por ser uno de nuestros trabajos de investigación, esos detalles los dimos por inadvertidos; (¡Error!) De aprendices: al tercer día de estacionar nuestros auto metros de distancia de la casa del sospechoso, sujetos aledaños comenzaron a merodear en torno nuestro; pasando varias veces a través de ambas aceras de la calle, alternándose entre unos y otros para pasar inadvertidos ante nosotros, confiados, atentos al punto de nuestro objetivo y descuidando la guardia.

Al caer la noche ese día, siendo la media noche, fuimos tomados por sorpresa por ambos lados de nuestro auto por una decena de sujetos que a base de gritos e insultos nos hicieron bajar del auto y sin previo aviso comenzaron por darnos una paliza hasta dejarnos bañados en sangre e inconscientes en medio de la calle donde solo se escuchaba el cuchichear del vecindario. Habiendo perdido el conocimiento, el último recuerdo de esa noche y de ese momento, solo fue de estar siendo tundido a golpes, sin sentir ya dolor alguno; simplemente el impacto por doquier, (un paso seguramente a la muerte). 

Cuatro horas después, ya por la madrugada, desperté sujeto de pies y manos, sentado en una silla, frente a mi compañero, tan golpeado como yo; o tal vez peor, con la cabeza sobre su pecho escurriendo de sangre de la cabeza sobre sangre ya seca en inmóvil. Y a nuestro entorno en circulo una docena de sujetos nos miraban inquietos, nerviosos, fumando marihuana y bebiendo cerveza con las manos y la ropa aun ensangrentadas de la golpiza que nos dieron unas horas antes. Sujetos de mala traza, obviamente, jóvenes la mayoría, y con la finta de estar dispuestos a todo. 

Y apenas advirtieron mi regreso del desmayo y de inmediato se dieron a la tarea del interrogatorio:

- ¡A ver cabrón! - Comenzó el más picudo al sujetarme de las greñas, (en ese tiempo era aún joven y todavía tenía cabello tupido, ahora estoy calvo - ¿Veme diciendo para quien trabajas? - Me preguntó y en seguida me dio un cachetadón con toda la mano.

-Soy detective privado- Contesté con un zumbido en los oídos a consecuencia de los golpes que fueron reavivados con el cachetadón que me propinó el sujeto sin previo aviso y con ánimo de sacarme la sopa y dar muestras de que no la iba a tener de a pechito.

- ¿Eres qué? Guey- Increpó el pelafustán, seguido de un bramido- ¡Mira, culero! Te pregunté ¿quién te mandó? No quién eres - Y me volvió a dar un bajo en la boca del estómago que me hizo toser.

¡Okey! - Dijo de forma lastimosa y traté de contestar la pregunta - Fuimos contratados para investigar un caso de robo de una empresa y estamos investigando a fulano de tal…

¡No digas mamadas! - Me interrumpió el malandro con otro cachetadón del mismo lado, generando el alza de volumen del zumbido de oídos a consecuencia de los golpes - no saben en la que se metieron pendejos - continuó amenazante el malandro mientras trataba de despertar otro sujeto a mi compañero que permanecía aun inmóvil babeante y sangrante.

¡Creo que este cabrón ya se peló! - Dijo al sacudirle la cabeza y darle unas cachetadas tratando de volverlo en sí y continuó - estos gueyes no tienen finta de ser malandrines y por lo que dice ese bato, parece que traen otro “bisne” …

Estos sujetos era halcones y secuaces de un grupo delictivo que tenía una “tiendita” de drogas al fondo de la misma calle donde vivía el sujeto de nuestra investigación en turno, y, eran los encargados de vigilar y resguardar a los “tiradores” de drogas que administraban la casa y llevaban avante la venta y distribución de esa colonia y colonias aledañas; quien al advertir nuestra presencia se cabrearon y nos convertimos en objetivo de interés  al permanecer estacionados en su calle en un auto desconocido día y noche sin hacer contacto con nadie de los vecinos de esa calle.

En México, a finales del siglo XX, el crimen organizado mantuvo la base de su economía en la venta y trasiego de marihuana, cocaína y en contados y  raros casos se sabía de las anfetaminas, el crack o el cristal en las calles de las ciudades mexicanas; sin embargo, a partir del atentado del 9/11 perpetrado a las torres gemelas de New York, el trasiego de drogas hacia Los Estados Unidos, se atoró en la frontera norte de México, obligando con ese atorón a las mafias y cárteles a improvisar para continuar con el negocio. La marihuana circulante para consumo local y exportación era sembrada en corredor del pacífico de los Estados de Guerrero, Michoacán, Nayarit y Sinaloa; mientras que la cocaína era enviada desde Colombia, Perú, Bolivia, Venezuela y Ecuador. La siembra y producción de los Estados en mención eran suficientes para exportar y cubrir el mercado mexicano y la cocaína era solo popular entre las élites de la sociedad mexicana y no cualquier mortal de a pie se daba el lujo de consumirla debido a su alto precio, por ello los drogos de baja calaña no se afanaban en subir al nivel de la gente pudiente por el simple hecho de darse un “pericazo” o un “jalón” de nieve por la nariz. Pero se vino el fatidico atentado del 9/11 en el 2001, y entonces cambiaron las tornas: el crimen organizado al tener bloqueada la frontera, optaron por distribuír y vender las drogas en ¡MÉXICO! Se planeó y organizó la venta de tal manera que ni un gramo de marihuana o de cocaína se desperdiciara; dando inicio a la apertura de “tienditas” muy similares a las tienditas de la esquina de las calles y colonias populares de todas las ciudades y pueblos mexicanos, estableciendo una estructura de una empresa manejada por un gerente, coordinadores, supervisores, mulas, alcones, encargados de atender a la clientela y cobradores de deudas (ahora llamadas sicarios), quienes en aquellos ayeres no eran tan diferentes como a los de ahora al momento de entrar en acción.

¡A ver tú cabrón! - Me dijo el malandrón al sacudirme de las greñas y darse un toque de mota, mientras que otro de los cholones le subió el volumen a una cumbia- Veme diciendo como se llama el pendejo que los hizo venir a buscarlo y se metieron en este pedo… ¡Pero hay de tí si me quieres ver la cara de pendejo! Porque destripo vivo a tu compañero, que de igual manera ya se está pelando…

El fulano se llama Gregorio Montes y viven en… -Balbucié para explicarle lo solicitado.

¡Ah! ¡Ya sé quién es esa rata hijo de la chingada! - Me interrumpió el peladón, fornido, prieto, ojos rojos y tatuadón- ¡Chipo! Ve a la casa de la rata esa y me lo traes del culo en corto… - Ordenó mi interlocutor sin oír el resto de mi argumento. Le bajó al ritmo de la agresividad, me dejó respirar y se fumó su churro de mota mientras el tal “Chipo” salió dando un portazo y se escuchó el chillido de las llantas de un vehiculo al salir calle a bajo a toda velocidad perdiéndose entre los primeros ruidos del amanecer. Mientras yo recé porque encontraran al sujeto de nuestro encargo; de lo contrario, sabía de antemano como se iba a poner la cosa de fea si “El Chipo” regresaba de nuevo solo acusándome de embustero aun estando en esas condiciones frente a ellos desde la medianoche donde tampoco ellos habían dormido. Se quedó todo en silencio por un lapso de tiempo, no recuerdo cuanto, una eternidad para mi dónde sentía los latidos en las cienes debido a la presión sanguínea y cada latido me provocaba dolor de lo caliente y el sudor de miedo. volví a escuchar el rumbido del vehículo deteniéndose abruptamente frente al portón de donde nos tenía amordazados y puse atención a los sujetos que estaban por entrar y sentí un gran alivio al ver que “El Chipo” traí de las puras greñas y a patadas al sujeto que solo conocíamos por fotografía, quien venía ya sangrando de la nariz y suplicando:

¡Yo no fui, mi Chipo! - Lloriqueó aquel desgraciado infeliz- ¡Por mi madrecita santa que yo no fui! ¡Perdóname! Cabrón.

A ver, hijo de la chingada- lo abordó el sujeto que se quedó de guardia con nosotros dándose el último jalón de mota y apagando con saliva la bacha para luego guardarla en la oreja derecha- Aquí tenemos a estos cabrones que te andan poniendo cacería porque te robaste unas madres de la empresa donde trabajas… ¡Platícame delante de ellos como fue el pedo.

¡Yo a estos cabrones nunca los he visto! - Se quiso zafar del problema “El Gollo”.

¡No te pregunté si los has visto! - Le sorrajó un izquierdazo en plena cara el mastodonte provocando una chorrera de sangre de la nariz del desdichado recién llegado.

¡Sí, la neta si me robe unas madres de donde trabajo! - Contestó de inmediato aterrorizado y atragantándose con su propia sangre “El Gollo”, con la mirada de clemencia- Pero con ustedes no tengo pedos mi “Tanque”, ¡ya no me putíes!

¿Y pa qué andas de rata? ¡Culero! - Le propinó un patadón en los bajos el sujeto que ahora sabía que le decían por su apodo: “El Tanque”.

¡Ya estuvo! - Gimió de dolor - el causante de la zarabanda que nos dieron a mi compañero y a mí esos desalmados pelafustanes.

¡Ya vez lo que te pasa por andar de pinche jarambo!- Lo tundió de nuevo el cholón aquel apodado “El Tanque”, y le preguntó - ¿Dónde tienes esas madres? Cabrón. Más vale que tengas todo completo porque de lo contrario te voy a despellejar vivo por andar de puto ratón, junto con este par de culeros que se andan metiendo en pedos nomás a lo pendejo…

Una parte la tengo en mi cantón y otra la empeñé con ustedes por un guato de mota- Dijo temeroso y sangrante de la nariz aquel infeliz, y de inmediato se acomidió a entregar el cuerpo del delito - llévenme a mi cantón y les entrego sin pedos.

¡Ah! Pinche perro, conque nos andas llevando madres calientes - le volvió a dar un descontón “El Tanque” en pleno hocico, y ordenó - ¡Chipo, llévate “Al Jarocho” al chante de este y se jalan pa la tienda, saquen y traigan todos los tiliches que nos llevó este pinche ratón, pero en caliente! No vaya siendo que también la “tira” ande sobre de ellas…-Los fulanos salieron de una, llevándose a empellones a Gregorio quien hizo el esfuerzo de no caerse de bruces. - ¡Te salvaste de momento! mi cabrón- giró en un solo talón volviéndose hacia mí “El Tanque” y sentenció - Pero todavía no cantes victoria, porque de todas maneras ya estás hasta el culo por andarte metiendo donde no debes…

Continuará

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